« He encontrado a mi gato en el patio al atardecer, era encogido sobre si mismo. No maullaba y se dejó llevar al interior de la casa. Una vez dentro, se escondió en un rincón dónde estaba difícil tocarle. Nada era usual: la hora de la vuelta a casa, ausencia de maullido, no comía y se había refugiado en un rincón, por miedo al contacto.

Este comportamiento no era para nada normal. Algo o alguien le había dado miedo. Fui al veterinario para revisar su estado de salud. Este último no vió nada sospechoso, salvo su vejiga que estaba muy llena en el momento de la cita.

De vuelta a casa, mi gato no quería salir y se sobresaltaba por cualquier ruido. Permanecía en un rincón de la casa y no quería ningún contacto con nosotros.

Entonces, decidí hacerle un cuidado energético para ayudarle a recuperarse. Después, su vitalidad mejoró, su energía, bloqueada en varias partes de su cuerpo, era más flexible. El cuidado demostró que había mucho enfado entre otras cosas. 

Nunca sabré lo que pasó aquel día, pero después del cuidado, mi gato estaba en mejor forma. »